martes, 25 de enero de 2011

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Una de miedo por la mañana.   por KATIUSKA
¡Qué siniestros me parecen y qué grises! Les intuyo a lo lejos escondida tras mis gafas. Sus largas levitas esconden la ponzoña que habita sus corazones, también grises. Les veo y la sonrisa se me congela entre los dientes: es verdad, hay dos grados bajo cero pero eso nunca ha sido suficiente motivo para que a mí se me congele una sonrisa. Sé lo que me digo. Son sólo unos segundos pero es tiempo suficiente: una corriente fría, de descreimiento me sacude por dentro y por fin me despierta (qué remedio) y me pone alerta.
El humo que expelen por boca, nariz, por todos los orificios, es un humo espeso, cargado de mediocridad. Tapa por unos instantes el sol espléndido que, pese a sus esfuerzos, no consigue calentar esta fría mañana de enero. Esa niebla no presagia nada bueno y consigue colárseme por una oreja (la que llevo al aire). Me invade el terror, por un momento temo contagiarme.
 Subo al tiovivo y me dirijo a mi cubículo con un temblor que me rila las piernas. Me recompongo sobre los tacones y hago como si no pasara nada. Contengo la náusea. Espero que el radiador haga algo: del humo, ya me encargo yo.

miércoles, 19 de enero de 2011

¡¡¡INDIGNÉMONOS!!!

¡¡INDIGNÉMONOS!!
Llevo unos días leyendo y escuchando comentarios y noticias sobre un fenómeno literario acaecido en la República Francesa a lo largo del pasado mes de diciembre.
Stéphane Hessel, un anciano nonagenario con un currículo memorable no solo por la longitud sino también por la calidad de éste, escribió un panfleto que el mismo autoeditó y pudo distribuir a través de los canales alternativos del mercado literario del país galo. 
La noticia sacude mi conciencia en principio de una manera irracional pero me gustaría desvelar las claves de este terremoto ideológico que moviliza mi médula espinal y de manera inconsciente me ha empujado hacia delante a gritar, a revelarme.
Y esto sin haberlo leído. No os quiero contar qué puede ocurrir cuando tenga acceso a él, siempre y cuando responda a las expectativas que he depositado en el “librillo”, como lo catalogan algunos conocidos periodistas ahora relegados solo al espacio digital.
En primer lugar, sucumbo con facilidad a las enseñanzas de los mayores. Seguro que un psicoanalista freudiano achacaría esta debilidad mía para escuchar con atención a los mayores a la ausencia de abuelos en mi historia familiar: no pude conocer a los míos. Pero sea como sea me suscitan un respeto profundo estos amables viejecitos que solo con la palabra incitan más al movimiento que unos cuantos jovenzuelos vociferando. En mi lista de referentes he incluido a este señor en tercer lugar después de José Luis Sampedro y Vicens Navarro, no desvelaré en qué orden están estos dos. He de decir que hace algunos años mis referentes eran más jóvenes, de la edad de Dani el Rojo.
El contexto en que Stephane sitúa su opúsculo es mucho más amplio desde el punto de vista de su vivencia que el de muchos de los “todólogos” que se atreven a opinar sobre huelgas, movilizaciones, respuesta social…. Proponiendo… ¡ah!, perdón, que no proponen nada.
Este amable ancianito quiere removernos y empujarnos a la rebelión pacífica y lo hace con la palabra, y no son muchas a decir verdad las palabras que utiliza. Según las referencias que leo no supera las 12 páginas, ¿Qué pensarán esos sesudos filósofos que para establecer sus tesis requieren de varios tomos? Incluso ¿qué pensarán los profesores del claustro del instituto de mis hijos que necesitan más de 30 páginas para un régimen disciplinario que se parece más al de un centro penitenciario que al de una institución de enseñanza ( iba a poner libre… ). Claro, escueto, directo, demoledor. Estos adjetivos los empleo yo después de cortar y pegar de los críticos que saben de esto.
Y además tiene la insolencia de autoeditar, pues no tiene suficientes problemas el mercado editorial europeo como para que además surjan best seller desde itinerarios alternativos. Y tal como están los derechos de autor igual hasta lo cuelgan en un PDF para su descarga libre. Insolentes. No se queda ahí la cosa. Lo pone a la venta por 3 €, la mitad de una cajetilla de tabaco aunque visto lo visto puede ser mas peligroso. Claro, así se pueden vender más de 950.000 copias solo en el mercado francófono. No quiero pensar cuando se edite en castellano o en inglés. Es capaz de alcanzar las ventas de algún novel de esos que no dicen nada contra el mercado financiero ni las estrategias estadounidenses en Latinoamérica pero se les llena la boca de reproches a los países que intentan salir de las fauces del león sobre todo si se llaman Cuba, Venezuela, Bolivia.
Sonrojémonos. Ese debería ser el titulo de este artículo porque me sonroja escuchar las arengas a la movilización, a la indignación y que aun así sigamos tranquilos. Continuará.